Comentario
Cuando nos encontramos ante la denominación de retablos flamencos, parece inevitable asociar dicha terminología a la modalidad pictórica, tal vez por más conocida y apreciada y por la cantidad de obras conservadas. Pero el presente estudio, bajo dicha denominación, va a ocuparse de otra posibilidad, que es la escultórica. Nos referimos a los retablos de madera, policromada o no, y que, en ocasiones, también han conservado unas puertas de cerramiento decoradas con pinturas.
Es necesario igualmente hacer una aclaración con respecto a la denominación dada a este capítulo de la historia del arte. El término flamenco con el que de manera generalizada se conoce a esta producción artística, tanto en pintura como en escultura y las restantes manifestaciones, es en parte inexacto e insuficiente en cuanto a su aplicación. Flandes fue efectivamente una zona, y muy activa, de los llamados Países Bajos, pero también existieron otros centros muy notables desde el punto de vista artístico (P. Vitry). Fueron Bruselas, Malinas y Amberes las ciudades en las que se desarrolló una intensa producción escultórica en madera durante los siglos XV y XVI y de aquí procede la mayor parte de los retablos exportados a los diferentes países -entre ellos a España-. De la misma manera, aunque no con tanta fuerza, existieron otros focos en los Países Bajos del Norte, entre los que destaca Utrecht.